Accion Humana

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Revista Digital

Las tensiones del poder


Si bien resulta relativamente sencillo llegar a ser gobernante de una nación, una vez en la cima del poder la acción de gobernar no es una tarea tan simple como comúnmente la gente cree.  El gobernante debe luchar contra dos tenencias bien definidas, a saber: 1º la tendencia que todos tenemos instintivamente a hacer nuestros caprichos (gobernantes incluidos) y 2º) la misma tendencia que tienen todos los demás, en el caso que examinamos, los gobernados. La resultante del choque de estas dos tendencias es lo que llamamos política o la acción política, si estamos examinando un pueblo, una nación o un estado dado. También podemos llamar a esta puja, la lucha por el poder, donde gobernantes y gobernados pugnan por imponer sus propias decisiones. Claro que hay pueblos o naciones o gobernados -para mejor decir- más dóciles que otros, y en donde a los gobernantes les resulta más fácil dominar, pero donde las fuerzas entre ambos bandos están equilibradas o bien donde los gobernados tienen más poder que sus gobernantes, las cosas no son tan sencillas para los gobiernos. La mayoría de las situaciones existentes se dan entre estos últimos dos contextos, es decir, la de equilibrio de poderes, o bien, la de aquella donde los poderes en lucha se vuelcan unas veces hacia un bando y otras hacia el contrario. Las "batallas" de poder siempre producen crisis de diferente grado.  En general, se puede decir que lo normal es una suerte de tensión permanente entre gobernados y gobernantes, que según el grado de dicha tensión, genera crisis menores o mayores. Donde las crisis se prolongan y llegan a niveles insostenibles es donde se producen los recambios de gobierno, ya sea por la vía electoral o la vía de facto. Estas situaciones límite, no son evitables mediante ninguna clase de legislación que intente prohibirlas o restringirlas, es decir, si la crisis es de verdadera magnitud, estamos frente a una clara situación de hecho, que no sabe de leyes ni de constituciones políticas, ni de orden institucional de ninguna naturaleza. Cuando la gente dice basta es basta y las mayorías –hay que recordar siempre- no son versadas en derecho constitucional ni en la ciencia política, cuando las masas reclaman un cambio, el cambio lo imponen como sea, ya sean vías de hecho o legales.
Las causas de las crisis pueden ser múltiples, pero entre las más frecuentes encontramos:
1.   Problemas de crecimiento
2.   Injusta distribución de riqueza
3.   Pobreza
En realidad, como el lector bien puede comprender, las tres causas están profundamente interrelacionadas y no son -en rigor- separables. Solo las separamos a los únicos fines explicativos y nada más.
Como veníamos diciendo, cuando en un determinado lugar y sociedad civil (y política) la situación se desborda y este desborde -del lado de los gobernados- es creciente, el gobierno no puede sostenerse en el tiempo, no sin antes producir disturbios y escenarios de violencia, mayor o menor, dependerá -como se dice- de la intensidad de la crisis generada.
Pero además, hay que tener en cuenta que los gobiernos, al disponer de un poder enorme, tienen tendencia a forjar crisis, por el hecho de que todo gobernante intentará utilizar ese poder en su propio provecho, o en términos del profesor James Buchanan, a maximizar su utilidad individual.
En suma, ha que comprender que el gobierno es una resultante de fuerzas, de múltiples fuerzas que, en realidad, se pueden reducir a dos (a los fines didácticos), las ejercidas por los gobiernos y las ejecutadas por los gobernados. El buen gobierno se caracteriza por interpretar y acompañar las fuerzas y deseos de los gobernados, sin embargo, en cuanto quieren oponerse a ellas, los gobiernos comienzan a tener dificultades y a generar resistencias, en primer lugar en los sectores afectados. Si el gobierno ataca a otros sectores, irá originando resistencias en esos grupos atacados, y si finalmente le declara una guerra informal a toda la sociedad civil estaría creando las semillas de su propia destrucción.  Este último parece ser el camino elegido por varios gobiernos de la región, como por ejemplo, los gobiernos del matrimonio Kirchner en la Argentina y el del venezolano Chávez.
Muchos regímenes, en especial el de los recientemente nombrados, traman planes para evitar ser objeto de resistencias en sus ataques a la sociedad civil, la mejor forma que tienen de lograrlo es tratando de politizar a dicha sociedad conforme lo hemos explicado muchas veces. Es conveniente no confundir aquí politización con interés o activismo político que son cosas diferentes.
Ejemplos de sociedades completamente politizadas, en el sentido que lo hemos explicado, son el de la cubana o la soviética, y el ideal de gobiernos como los de los Kirchner y Chávez es que sus respectivos regímenes lleguen a parecerse a (o mejor aún, a convertirse en) la sociedad cubana, es decir, una clase política sumamente enriquecida frente a una sociedad civil enormemente empobrecida. Cuáles son los factores que permiten una mayor o menor politización de las sociedades, hay que buscarlos en la cultura, la tradición, la historia, la formación, la idiosincrasia, etc. de esos pueblos, donde descubriremos que habrá una sociedades de mas politzables que otras.
Cuando los gobiernos fracasan en su intento de politizar  a la sociedad civil es donde las crisis se agudizan.

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