Por Gabriel Boragina ©
A menudo leo -sobre todo en las redes sociales- que cuando las cosas van mal en un lugar, lo mejor es emigrar. Que ''los jóvenes se van del país porque no ven progreso''. Pero, y si se van ¿qué progreso van a ver? ¿Esperan que el ‘’estado’’ los haga progresar?
Que ‘’ante la crisis del país lo único que hay que hacer es escapar’’. Pero, huir es de cobardes. La batalla se libra acá. No afuera. ¿La crisis del país desaparecerá si nadie queda en el país? El ''país'' no existe. Lo que llamamos ''país'' no es más que la gente que se agrupa bajo la denominación de un determinado ‘’país’’. No hay en la vida real ningún ''país''. Sólo hay gente que se considera oriunda de algo que llaman así.
No soy partidario de coartar la libertad de movimientos de nadie sino todo lo contrario. Los que se quieran ir que se vayan. Es como dejarles a los usurpadores de mi casa que se queden con ella, y que yo me vaya a alquilar por ahí.
Sin la intención de limitar los movimientos de nadie, desde lo racional, nunca entenderé, creo, a la gente que se va por motivos económicos y mucho menos la que lo hace arguyendo cuestiones políticas (excepto que estuviera ciertamente amenazada la vida de una persona y que no tuviera más alternativas para salvar su vida que irse del país, pero son situaciones extremas y no me estoy refiriendo ahora a esos casos excesivos). La pelea económica y política es acá. No afuera, Porque ‘’desde la tribuna’’ es fácil quejarse.
Incoherentemente dicen que se van ‘’hasta que los malos gobiernos terminen’’. Pero si le dejamos el país a los malos gobernantes y nos vamos todos menos va a cambiar y menos ''formateada'' habrá.
La cruzada es donde el problema se presenta y donde hay que mejorar lo que se estima que está mal, defendiendo lo nuestro. No huir como ratas cobardes y asustadas y dejarles todo a los usurpadores burócratas expoliadores de bienes ajenos. Nuevamente repitamos: no hay ''un país''. El ''país'' somos todos.
Al margen que, es cobardía fugarse y dejarles ''la cancha libre'' a los ladrones para que saqueen a gusto el lugar donde nuestros ancestros invirtieron tiempo y dinero para poder tener algo. Hay que quedarse y defender eso. No por amor a ‘’la patria’’ sino por amor a ellos y a nosotros mismos por sobre todo.
No opino que la opción de escaparse del país sea la mejor, ni siquiera para el que escapándose cree que esta ''ganando'' en el mediano y largo plazo. Me parece que la lucha es en el campo de hostilidad.
Por lo menos en lo que a mí respecta, no pienso dejarle lo mío a una banda de ladrones. Si usurpan mi casa busco recuperarla, no escapar huyendo dejándoles mi casa a los usurpadores. Será que me costó mucho tener lo poco o mucho que tengo, que la idea de rematar todo y empezar de cero de nuevo no me seduce. No me parece negocio, ni siquiera a título individual. Pero claro, la historia de cada uno es diferente. Y cada uno sabe la suya. Obviamente respeto a ultranza la opinión de los que piensan distinto a mí.
Además -y a pesar de todo- soy optimista en materia económica. No soy determinista, ni fatalista. Pero también pesa lo que cada uno hace por uno. No cabe esperar todo del gobierno. En realidad, no procede esperar nada de ellos.
No todo depende de la coyuntura macroeconómica (aunque tendemos a pensar que sí). Formados en el paternalismo estatal, tendemos a pensar que nuestro destino (bueno o malo) estriba en nuestros gobiernos, y a ellos echamos la culpa de nuestros fracasos y les atribuimos nuestros éxitos. Grave error, porque de esta manera nos consolamos y excusamos de nuestras responsabilidades individuales.
Si la sociedad civil ‘A’ se considera vejada por la sociedad política del país ‘A’, no puede pretender que la sociedad civil del país ‘B’ luche contra la sociedad política del país ‘A’. Está claro para todos que esa es tarea exclusiva y excluyente de la sociedad civil ‘A’.
Si nos vamos todos alegando ''problemas'' del país del que escapamos, obviamente tales ''problemas'' no se van a solucionar nunca. Para el común de la gente que emigra, afuera se prospera individualmente. Eso es un mito. Siempre se será un ciudadano de segunda en el exterior. Un inmigrante que sólo puede esperar los peores puestos de trabajo.
La única excepción que reconozco a lo anterior es que el emigrante al partir tenga en el destino ya todo solucionado. Es decir, no se justifica emigrar, salvo que uno se vaya con todo pago, un trabajo seguro con el mejor sueldo de plaza, vivienda propia, coche propio, y que cuando llegue, le den todo. Así sí. Si este es el caso, nada tendré que objetar a quien deje el país en esas condiciones.
Pero: ¿y si los que se van, emigran porque -en realidad- no están capacitados para trabajar de dónde emigran? o ¿nos vamos a creer que todos los que emigran son ''jóvenes brillantes'' y maravillosos? Eso es otro mito más. Muchos son haraganes que se creen que en el exterior les van hacer la vida mucho más fácil.
Y en vez de vivir del estado-gobierno argentino se van a probar a vivir del estado-gobierno norteamericano, francés, español, italiano, inglés etc. Porque (no seamos ilusos) el estado-nación es grande en todos lados, no solamente en Argentina. El mundo entero es intervencionista y estatista.
Y aclaro: yo no estoy usando argumentos nacionalistas, porque no lo soy. Uso razonamientos cien por ciento individualistas. No hablo de quedarse por ''amor al país''. Hablo de quedarse por amor a uno mismo, a la familia, a los bienes que nuestros ascendientes trabajaron para dejarnos a nosotros.
Los noveles profesionales son los que menos motivos tienen para emigrar. ¿Qué sentido tiene haber invertido tiempo y dinero en cursar una carrera universitaria para luego de concluirla irse a vivir a otro país a lavar copias en un bar o restaurante en el mejor de los casos?
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