Por Gabriel Boragina ©
Pasaron las elecciones y, por desgracia, se cumplieron nuestros vaticinios expresados en nuestra nota anterior. (Clic en el enlace).
Como en una fábula paralela a la de la Rebelión en la granja del fenomenal George Orwell, podemos imaginar la situación actual argentina de este modo:
En un redil de ovejas dos lobos deciden convocar a elecciones a las ovejas para que ellas mismas elijan por votación de qué modo prefieren ser devoradas. El lobo ''1'' en su programa de campaña propone cocinarlas, mientras que el lobo ''2'' en su plataforma electoral postula comérselas crudas. No quedan más candidatos ni propuestas.
Frente a una opción similar se encuentra a la fecha el electorado argentino cuya vocación suicida es digna de estudio sociológico y psicológico como expresamos en aquella columna.
Es difícil analizar el cúmulo de cosas sin sentido que se votaron en estas elecciones, por cuanto las que ganaron fueron un paquete de "medidas" que comprendieron una oferta de mayor inflación, más gasto público, más subsidios, más devaluación, mas prebendas y privilegios, más corrupción, combinados con otra oferta (del bando supuestamente "opuesto") de libre tráfico mercantil de niños, de órganos y hasta de personas, renuncia a la paternidad, y una serie de cosas tan descabelladas como irreflexivas desde cualquier ángulo que se lo quiera observar. No es fácil pues explicar semejante descalabro e irracionalidad.
Las dos proposiciones populistas (de izquierda y derecha) han prevalecido sobre la menos populista, más racional y más republicana representada por la Sra. Patricia Bullrich de la coalición Juntos por el Cambio (en adelante JxC).
La elección confirma la apuesta argentina por un populismo fuerte y carismático, siendo indiferente al votante de que signo ideológico sea. Ratifica la necesidad de un líder vigoroso que dirija inflexiblemente los destinos de su electores, cual borregos enfrentados en la disyuntiva similar a la planteada en nuestro ejemplo de la votación de las ovejas de párrafos arriba.
La opción moderada, razonable y posible fue rechazada, una opción que permitía escapar al dilema de elegir la forma de ser devorados y cambiarla por otra diferente que sirviera para encaminar al país en la senda de transformar la actual manada de ovinos en personas verdaderamente libres. Esa elección fue repudiada.
Pero repasemos un poco como llegamos a este punto.
El populismo de derecha que se encuentra camuflado como ''libertario'' fue instalado desde los medios masivos de difusión con un muy fornido y reiterativo marketing y una constante exposición mediática de su jefe visible, lo que causa un muy alto impacto en la mentalidad infantilista del espectador.
Siguiendo el consejo de Joseph Goebbels, el tristemente célebre ministro de propaganda nazi que, a la hora de explicar a qué atribuía el éxito del aparato propagandístico nazi, expuso a su entrevistador que era muy simple: cuando una mentira se repite sin cesar la cantidad de veces necesaria, el pueblo termina aceptándola como una verdad. ´´Miente, miente, que algo quedará''. Esa fue su explicación de cómo el partido nazi se impuso en las urnas, llegó al poder, continuó luego y aseguró su largo gobierno.
La experiencia social y política argentina parece demostrar que ese camino es idóneo para los políticos autóctonos, sean de izquierda o derecha, que son los signos dominantes a la luz de estos resultados.
A esto hay que sumarle otro factor importante. Las elecciones internas denominadas PASO (en las que candidatos de un mismo partido compitieron entre sí) fueron interpretadas por el electorado no como un ejercicio de genuina democracia sino como un signo de ruptura partidaria, y esto desdibujó el papel de los candidatos.
Lo anterior es otra demostración del poco espíritu democrático del elector argentino, que busca una dirección verticalista en lo político y –por ello- prefiere y valora a los líderes carismáticos, personalistas y verticalistas, que imponen un estilo y una línea de conducta a seguir. Es decir, se valora menos la democracia y mucho más el colectivismo antidemocrático.
Por ello, no es de descartar que el hecho de que el ex presidente Mauricio Macri hubiera declinado participar como postulante a la presidencia de la nación haya provocado un profundo desánimo entre los que lo votaron en aquella ocasión, ya que lo reconocían (y aun lo reconocen) como el líder máximo de la coalición, pese a su reiterada vocación y exhortación del trabajo en equipo y su desinteresada prédica en contra de los lideres mesiánicos.
Cuando el argentino pro-populista no encuentra figuras relevantes para votar en su partido, los busca en otros. No hay lealtad partidaria sino lealtad al guía, al dirigente. Las ideas y plataformas son secundarias.
Y ''los extremos se tocan'' como expresa un célebre dicho. No puede ser casual que entre los dos grupos más votados hubiera candidatos que pertenecían a la fracción teóricamente ''opuesta'' y eufemísticamente ''adversaria''. Así se ha comprobado que entre las filas de los supuestos ''libertarios'' muchos postulantes de sus listas pertenecen al partido de su "oponente" (el populista de izquierda).
La incorporación de reconocidas figuras anti libertarias, repentina, sospechosa y súbitamente "convertidas" a lo contrario, no puede ser sino motivo de gran alarma y preocupación.
Como liberal, no tengo opción posible entre un populismo de izquierda y otro de derecha. Podría tenerla si uno fuera menos malo que el otro. Pero este no es el caso. Estamos en una situación de completa analogía de males y total igualdad. No hay elección. No me gusta que me den la opción de que me cocinen o me coman crudo. No puedo elegir ni A ni B. porque el efecto va a ser el mismo, y lo que busca un liberal es un resultado distinto: la libertad. Y en esta elección que viene, dadas las condiciones actuales, no existe esa libertad. No voy a darle mi voto a ninguno de los dos lobos, y menos, como en el caso, cuando vienen disfrazados con pieles de cordero.
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