Por Gabriel Boragina ©
‘’En
los años posteriores a la crisis de 2001, desempeñándome como docente de ética
política, encontraba con frecuencia una fuerte resistencia entre mis alumnos
cuando presentaba la enseñanza del Concilio Vaticano II sobre el voto como
derecho y deber: “Recuerden, por tanto, todos los ciudadanos el derecho y al
mismo tiempo el deber que tienen de votar con libertad para promover el bien
común”.
Votar en blanco
es votar. Y votar en blanco claramente es una opción, porque en realidad se
esta votando a favor de un candidato que no esta en el abanico de ofertas que
el sistema (al momento de la elección) está ofreciendo. De manera tal
que, el votar en blanco no va en contra de esta enseñanza del Concilio, la que además
es cuestionable (desde mi punto de vista) por ocuparse de una materia enteramente
temporal.
‘’El
reclamo generalizado de que “se vayan todos” llevaba, en la práctica, a
despreciar el sufragio como un acto inútil o, incluso, como una manera de
avalar la continuidad de un sistema político definitivamente fracasado.’’
Aquí hay una
confusión. En primer lugar, el voto en blanco es un sufragio. Y en segundo
lugar, se confunde, además, al sistema con los candidatos. Candidatos y sistema
no se fusionan, en tanto el sistema es en principio estable, y los candidatos (por
su propia naturaleza) son variables. En tanto el sistema es siempre el mismo
los candidatos no lo son.
‘’Para
muchos era preciso dejar que todo se derrumbe, para volver a comenzar desde los
cimientos’’
Por mucho
que se diga de palabra, esta es una hipótesis irreal, completamente ilusoria. Un
sistema electoral no se derrumba porque haya gente que vote en blanco, porque el
voto en blanco está dentro del sistema y no fuera del mismo. Reiteremos: el
voto en blanco es una forma de expresión en la que, en realidad, se está
votando por un ‘’candidato’’ que no se está presentando en la contienda del
momento, pero que puede presentarse en un momento posterior.
‘’Aun
comprendiendo la desilusión y el escepticismo de aquellos jóvenes, procuraba
hacerlos tomar conciencia de la ingenuidad de aquellos planteos’’.
Respetamos la
opinión del distinguido sacerdote pero no la compartimos en absoluto. Los planteos
no eran ingenuos sino maduros, y el calificativo de ingenuidad valdrá
tanto para quien así lo califica como para aquellos que compartan su opinión,
entre quienes no nos encontramos.
‘’¿Qué
razón los llevaba a creer que, en el supuesto de que “se fueran todos”, los
reemplazantes serían mejores que sus predecesores?’’
Que ‘’se
fueran todos’’ si era un supuesto de ingenuidad, y en esto coincidimos. También
acordamos que si tal supuesto irrealizable se llegara a dar, tampoco era garantía
que los reemplazantes fueran a ser mejores. Pero esto no sirve de argumento
para sostener que se debe votar a los peores del momento. Tampoco autoriza a
suponer un axioma por el cual no es posible que los que vengan fueran mejores.
‘’Más
que retirarse del ámbito público para encerrarse herméticamente en la propia
vida privada o para esperar con fervor apocalíptico la llegada de una
catástrofe regeneradora’’
El que vota
en blanco no se retira ‘’del ámbito público’’. Simplemente se abstiene en
esa oportunidad. Aun la persona que dice ‘’no me interesa la política’’ está
formulando un juicio político y está participando (lo quiera o no) de la vida política,
que no se agota en el acto de votar, como parece creerlo el autor de la nota.
‘’era
necesario asumir la propia responsabilidad como ciudadanos, cuya expresión más
humilde, pero no menos significativa, es el sufragio’’.
Quien vota
en blanco está asumiendo su propia responsabilidad como ciudadano, por lo dicho:
el voto en blanco es un voto negativo sólo para los candidatos en danza, pero
no es ir contra el sistema democrático. sistema (por otro lado) que entendemos
no es el que rige en la Argentina, excepto formalmente.
‘’Una
democracia necesita de la participación de todos, y sólo puede purificarse a
través del crecimiento cuantitativo y cualitativo de esa participación’’
El voto en
blanco no está fuera del sistema democrático. Por lo demás, el sistema argentino
no es el de una democracia participativa sino de una democracia representativa.
El voto en blanco forma parte de ambos tipos de democracias (participativa y
representativa). Por lo tanto, el votante en blanco participa en ambos
tipos de democracias.
‘’Hoy
la ciudadanía se enfrenta en el balotaje a una alternativa realmente difícil.
Uno de los candidatos despierta preocupaciones sobre su integridad moral, el
otro, sobre su estabilidad psicológica’’
En realidad,
ambos tienen mucho en común y sólo difieren en las apariencias. Pero, más allá de
las apariencias, al votar se deben evaluar las propuestas su viabilidad en el
terreno de la realidad social y legal del país. Por otra parte, fue esa misma ciudadanía
la que votó para llegar a esa alternativa. No fue magia.
‘’Uno
podría representar la continuidad de un proyecto agotado, el otro, un salto a
lo desconocido.’’
Ambos en realidad
ofrecen un proyecto populista (de izquierda uno y de derecha el otro) el que está
agotado desde su comienzo. Por ende, las similitudes son mayores que las
diferencias, si es que podemos encontrar alguna, excepto las caras de los candidatos,
las de sus cabelleras, y la forma de expresarse de uno y otro.
‘’Uno
promete estabilizar la economía que él mismo ha contribuido a desquiciar como
ministro, el otro hace la misma promesa invocando recetas cuya practicabilidad
y eficacia son controversiales.’’
Este error
tan común entre los argentinos supone que un presidente o un ministro son una
especie de ‘’rey’’ o de ‘’dios’’ que sólo hace (y puede hacer) lo que su
voluntad le dicta. Omite que hay tres poderes que avalan o rechazan lo
realizado o pretendido.
‘’Uno
y otro corren el riesgo de ser copados por el extremismo ideológico y
convertirse en un grave peligro para la democracia.’’
Se continúa
partiendo de la base que en Argentina existe una ‘’democracia’’, punto que hemos
cuestionado en artículos y libros nuestros. Pero el riesgo de extremismo
ideológico no es tal, es un hecho. Y no es un ‘’riesgo’’, es una realidad aquí y
ahora.
‘’Semejante
estado de cosas alimenta en un sector amplio de la ciudadanía la tentación de
eludir la responsabilidad del sufragio, especialmente a través del voto en
blanco.’’
Reiteramos:
el voto en blanco no elude tal responsabilidad, y lo hemos fundamentado más
arriba, y en artículos y libros de nuestra autoría.
‘’el
voto en blanco, pese a ser lícito, no es éticamente defendible.’’
Aquí hay un
error serio: el voto en blanco no es licito, porque en realidad no se lo cuenta.
La ley electoral lo tiene por inexistente. Es ilícito aunque no punible. Pero que
legalmente no cuente no implica que éticamente si cuente. Y es justamente desde
lo ético que es defendible.
‘’La
razón es simple: el país necesita un gobierno, y en democracia ese gobierno es
elegido por los ciudadanos. Podemos preguntarnos, siguiendo la máxima kantiana
de la universalización: ¿qué pasaría si todos votaran en blanco? Nuestro
sistema político quedaría acéfalo’’
Desde lo utópico
podría aceptarse este planteo. Pero no nos interesa la utopía. Nunca podría darse
una situación en la que ‘’todos votaran en blanco’’. Por otra parte, desconoce que
siempre habrá gobierno, por el hecho real de que siempre habrá gente que desee el
poder y poseerlo. Cuestión que no invalida el sistema democrático. Pero el
autor ni se lo plantea. Jamás hubo sistema político alguno que presentara acefalia
ni la historia lo registra. Por otra parte, en un sistema de división de
poderes no hay acefalia posible.
‘’Por
lo tanto, para votar en blanco necesito presuponer que otros votarán
positivamente.’’
No necesariamente
hago depender mi voto en blanco de lo que los demás harían. Por el contrario,
no lo hago mirando lo que harán los otros votantes, sino analizo y estudio qué
candidatos me están ofreciendo y que propone cada uno. Pero vale como una opinión
personal del autor y nada mas que como eso.
‘’Se
podría objetar que el voto en blanco es justificable como protesta contra el
sistema, como lo fue durante los largos años de proscripción del peronismo. Sin
embargo, lo que entonces significaba un claro cuestionamiento a la legitimidad
de los comicios, no puede tener el mismo sentido en una democracia que funciona
normalmente.’’
La premisa
que asume el autor de ‘’una democracia que funciona normalmente’’ la reputamos
falsa. Aunque no define que entiende por ‘’democracia’’ ya que no hay una sola
sino muchos tipos de ella, en el caso argentino su Constitución (en los hechos)
no establece una democracia sino una oligarquía (ver sus arts. 97
y 98 especialmente).
‘’También
podría alegarse que el voto en blanco es una decisión de conciencia, por juzgar
inaceptables las opciones disponibles. Pero, nuevamente, quien así lo hiciera,
estaría contando con que otros, quizás con similares inquietudes de conciencia,
aceptarán “mancharse las manos” para cumplir −ellos sí− con su responsabilidad
ciudadana.’’
El voto en
blanco no es un voto antisistema. Persiste en ese error el autor. Es un
voto ciudadano y responsable, destinado a depurar el sistema, no a eliminarlo. Y
el sistema se depura mejorando la calidad de los candidatos para la próxima oportunidad
electoral.
‘’En
última instancia, si bien el mensaje de un voto en blanco será siempre ambiguo,
hay algo que “dice” inevitablemente: “me da lo mismo”.
No es ambiguo.
Es claro y concreto: no hay candidatos de calidad en esta oferta. Ergo, como
en un sistema de mercado, o el oferente mejora la oferta o no le compro. No hay
opción entre dos manzanas podridas. O el verdulero me vende una manzana de buena
calidad o no le compro las podridas que tiene en el cajón. Por ende, no ‘’me da
lo mismo’’. No puede obligarme a comprar fruta en mal estado.
‘si
quien vota en blanco desea ser consecuente con esa premisa, deberá abstenerse
en adelante de participar del debate sobre los asuntos públicos, cuya suerte ha
delegado en manos de los demás.’’
El voto en
blanco es un voto participativo porque está dentro del
sistema, no fuera de él, ni contra él. Se limita a depurar la oferta política que
el sistema ofrece AL MOMENTO. No se delega nada en manos de otros. El voto en
blanco es una opinión de carácter negativo sobre los candidatos, no sobre el
sistema como tal.
‘’Pero
−como nos enseñó la crisis del 2001− pensar en replegarse en lo privado hasta
que aparezca misteriosamente el candidato de la propia preferencia es
entregarse a la fantasía’’
No hay tal repliegue.
Se quiera o no, la sociedad civil implica participar en la sociedad política, y
esto sucede aun en los sistemas autocráticos.
Lo enseñó Ludwig
von Mises: hasta los dictadores cuentan con el aval de aquellos que deciden soportar
su dictadura. Aval que se da por acción o por omisión.
Fantasía es
creer que votando a los peores se llegará a los mejores. Por el contrario, se está
garantizando la aparición de postulantes semejantes a los elegidos.
‘’Más
de una vez la vida nos pone ante alternativas problemáticas e impostergables,
entre las cuales no se encuentra la de no optar. Para muchos argentinos, este
balotaje es una de ellas.’’
El voto en blanco
no es una ‘’no opción’’ es claramente una verdadera opción: un rechazo a lo
malo e implícitamente una opción hacia lo bueno.
No se vota
entre Jesús y Barrabás. Lo que se nos da a elegir es entre Barrabás y Pilato. En
el caso, el voto en blanco seria mi opción por Jesús. No se puede decir que una
opción entre Barrabás y Pilato es una opción ética.
Por último,
y como conclusión de lo anterior, quien condena el voto en blanco adquiere la ineludible
obligación de expresarse por quién hay que votar conforme a su doctrina, lo que
el autor elude.
Es decir,
al respecto está ‘’votando en blanco’’ y eludiendo su responsabilidad ética, lo que según ese autor mismo no seria ético. Cree
en lo que el mismo condena. Su postura es inaceptable desde cualquier ángulo,
excepto el suyo propio.
Pbro.
Gustavo Irrazábal. ‘’El voto en blanco no es una opción’’. Fuente: La Nación. Sacerdote,
miembro del Consejo Consultivo del Instituto Acton (Argentina). Todas las citas
entrecomilladas corresponden al mismo autor y misma nota.
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