Accion Humana

Accion Humana
Revista Digital

Un país que no está para experimentos

 


Por Gabriel Boragina ©

 

Un país que sigue experimentando con fórmulas populistas, tanto de izquierda como de derecha, es síntoma de clara inmadurez política.

El fenómeno tiene correspondencia con la notoria falta de idoneidad exhibida por su clase dirigente.

La misma, como tantas veces tuvimos ocasión de señalar, no es más que fiel reflejo de la semejante falta de idoneidad de la sociedad para autogobernarse, que es lo que la hace caer, una y otra vez, en aquellas fórmulas populistas que marcábamos. Un inmaduro es por definición un inidóneo, justamente por su falta de madurez. Lo mismo sucede a nivel país cuando la mayoría de sus habitantes (con especial referencia a los que votan) son políticamente inmaduros.

A su vez, la persona inmadura es irresponsable, y permanentemente disconforme por los mismos motivos, lo que también se refleja en sus dirigentes.

Todo lo mencionado tiene que ver con las recurrentes crisis políticas argentinas, ya que el tipo social de tal país tiene todas las características que hemos reseñado, más otras que serían largo de tratar ahora.

En consecuencia, vive experimentando distintos tipos de populismos, sin advertir que la solución es salir del populismo y abordar el liberalismo, no solamente entendido como sistema político sino como lo que su esencia implica: una filosofía y forma de vida.

Ahora bien, los candidatos políticos que no encajan con este perfil populista, solo raramente acceden al poder (por caso, podemos citar a Mauricio Macri) porque si no responden al mismo la sociedad no los valora como tales, e indefectiblemente los castiga con su rechazo.

La tendencia observable es que se turnen en el poder: una/s vez/ces los de izquierda y otra/s vez/ces los de derecha. Tales fueron los casos en Argentina, por ejemplo, de Alfonsín, Menem, los Kirchner, los Fernández, y el gobierno actual.

Separo el caso de Macri, que lo he citado como excepción, por cuanto la gente lo votó en primera instancia con la expectativa de que hiciera un populismo de derecha lo que (al finalizar su mandato) no fue el caso, lo que hizo que su intento de reelección fracasara y perdiera, ganando en su lugar nuevamente la opción verdaderamente populista de izquierda representada por la fórmula ‘’Fernández-C. F. Kirchner’’. Luego de ellos y presentándose en la contienda una fórmula verdaderamente populista de derecha, los votos fueron para esta, que es la que representa el gobierno actual.

En discurso populista de izquierda o derecha tiene características comunes básicas en ambos casos. Es primero que nada fundamental la presencia de un líder que se perfile como único.

El segundo rasgo típico consiste en un discurso que divida la sociedad en dos partes enfrentadas irreconciliablemente entre sí, ''ellos'' contra ''nosotros''. Los ''nosotros'' siempre son ''los buenos'', los que tienen ''toda la razón'', y ''ellos'' siempre son los ''malos'' los que ''siempre están equivocados'' o '''conspirando'' ''operando'' y fraseología por el estilo.

Luego, el contenido ideológico va cambiando de acuerdo a las circunstancias, coyuntura y cual sea el objetivo político a conseguir. Así, la palabra pueblo en boca de un populista puede, ya sea representar (en la típica división marxista entre explotados y explotadores) a distintos grupos.

Estratégicamente, el populista asimila al pueblo dentro del conjunto de los explotados y viene a ''salvarlos redentoramente'' de los ‘’malvados’’ e ‘’insensibles’’ explotadores.

Estos ''explotadores'' serán. para el populismo de izquierda, los ricos, comerciantes, empresarios, el ‘’poder económico’’, etc. mientras que en la versión de derecha serán exactamente a la inversa, siendo estos los ''explotados'' y, por lo tanto, pasarán a ocupar la categoría (siempre según ellos) de pueblo. Es importante tener en cuenta la terminología que utilizan tales demagogos para poder identificarlos como de derecha o izquierda.

La división de la sociedad en dos partes antagónicas es esencial al populismo, no importa el signo que se mantenga de este. ¿por qué? Porque asegura el triunfo y la continuidad del líder, el ''bueno'', el ''salvador'', el ''único'', el ''indiscutido''. Es decir, su ‘’lógica’’ sería: si siempre hay malos conspirando, el líder debe continuar a perpetuidad hasta asegurar la completa extinción de la maldad. Como se advierte hay toda una mística detrás del movimiento populista, sea izquierda o derecha.

En Argentina, a este último aspecto, ahora se le llama la grieta, y erróneamente se atribuye su creación al matrimonio Kirchner, lo cual es un grosero error histórico.

Su origen se remonta al siglo XIX con el brigadier general Juan Manuel de Rosas que dividió a la sociedad en dos. Para ello, enarboló la bandera de unitarios y federales, y así se mantuvo en el poder durante larguísimos años.

Ya en el siglo XX fue retomada por Juan Domingo Perón y su esposa, Eva Duarte, quienes dividieron la sociedad entre descamisados y gorilas, es decir, peronistas y antiperonistas, estos últimos también llamados oligarcas, etc. Eran los típicos explotadores en la dialéctica marxista.

Los Kirchner, simplemente, fueron seguidores en esta línea, reeditando la clásica separación entre izquierda y derecha, donde la ‘’verdadera’’ izquierda la representaban ‘’lógicamente’’ ellos, y la derecha todos los que se le oponían, a quienes llamaban despectivamente fascistas o. sencillamente, la derecha con carácter desdeñoso.

El actual populismo de derecha gobernante ha recogido la clásica división anterior y, escuetamente, ha procedido a cambiar los bandos de acuerdo con la ideología que esgrime que, aunque se esfuerza en hacer pasar por liberalismo o libertarianismo en el discurso, las actitudes, acciones y hechos revelan como lo que verdaderamente es: un populismo de derecha, lisa y llanamente.

En su dialéctica, los ''explotadores'' vendrían a ser ''la casta'' que, paradójicamente, englobaría a los políticos, lo que es curioso porque son ellos mismos los que gobiernan, excepto que quieran afirmar que gobernar no forma parte de la política, con lo cual nos quedaríamos sin saber qué tipo de acción es la de gobernar. Claramente el discurso que sostienen es absurdo y auto contradictorio.

Y lo es desde que el famoso ajuste prometido en la campaña electoral se iba a hacer recaer sobre esa supuesta ‘’casta’’ pero, una vez en ejercicio del poder, no se aprecia tal ajuste, excepto en cuanto a que se lo realiza sobre el sector privado de la economía, a los cuales también, figuradamente, se venía a ''redimir'' de esa explotación política. Mas bien parece que el gobierno se ha sumado a la cruzada de los explotadores: la misteriosa ‘’casta’’.

No hay comentarios.:

El mito del superávit fiscal

  Por Gabriel Boragina ©   Quienes centran todas sus esperanzas de la buena fortuna económica que se vaticina que se producirá gracias...

Lo más leído