Accion Humana

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Revista Digital

La esperanza de un gobierno ‘’liberal’’

 


Por Gabriel Boragina ©

 

Si dejamos de lado la contradicción en términos que significa la existencia de un ‘’gobierno liberal’’ ya enseñada hace mucho por Ludwig von Mises en su obra Liberalismo, y la más aun contradictoria locución de ''gobierno libertario'', que esgrime el poder ejecutivo argentino accedido en las elecciones últimas, (suponiendo que tal figura pudiera darse) ¿qué esperanzas hay de ello de aquí en adelante?

Pues, en el caso argentino muy pocas a mi juicio, como he venido exponiendo desde hace un par de años a esta parte.

El actual elenco gobernante destaca por la manifiesta carencia intelectual en prácticamente todos sus integrantes, desde la cabeza hasta el último. Lo que se demuestra además en varios síntomas preocupantes, a saber: un comienzo claramente antiliberal y antilibertarío donde se intentaron implantar decretos y leyes atribuyendo al poder ejecutivo la suma del poder público en contraposición a lo que la Constitución de la Nación Argentina en su artículo 29 expresamente estatuye (reforzado por el nuevo artículo 36 incorporado con la reforma de 1994). No hay nada peor que un autócrata, y encima con pocas luces.

En segundo lugar, la marcha de la economía, que claramente no representa ninguna innovación en lo que respecta a la de los gobiernos anteriores, de indiscutible giro intervencionista y dirigista, algo que no solamente contradice al liberalismo (incluso el libertarianismo) sino el propio discurso pre y post electoral de los candidatos que hoy están al frente de poder.

Errores tales como tratar de combatir la inflación con deflación lo cual como tantas veces explicáramos, son ambas acciones intervencionistas lejos del liberalismo, mantener el ‘’cepo’’ fijando un tipo de cambio oficial al dólar, etc. son otros tantos puntos en contra.

Es que tratándose de, en realidad, un populismo de derecha las diferencias con el de izquierda (que ha venido dominando la escena política prácticamente desde hace varias décadas atrás hasta ahora) son solamente de discurso ideológico. En cuanto las medidas concretas, la metodología de acción y maniobra, etc. las discrepancias son muy escasas. Mas aparentes que reales, aunque suficientes para mantener embaucados a la mayoría de los argentinos.

Las malas compañías son otro factor que nos sume en el pesimismo sobre la posibilidad de un cambio. Supuestamente este gobierno se presentaba en campaña como una alternativa, tanto al peronismo como al macrismo. Pero una vez alzado con la victoria nos encontramos con la desagradable sorpresa que miembros caracterizados de una y otra fuerza supuestamente opositora forman parte de los equipos que conforman el ejecutivo. Ya L. v. Mises había enseñado que el liberalismo no puede fusionarse con el intervencionismo, que no son complementarios sino contradictorios y competitivos, que uno termina superando y anulando al otro.

Esta mezcolanza no puede sino sumir en el escepticismo a un liberal que se precie de tal.

Por lo que llevamos visto es así en el caso argentino, y en esa puja que señalaba premonitoriamente el maestro austriaco parece que el ala intervencionista del ejecutivo va ganando la carrera. Lo cual es, desde luego, una muy mala señal.  

Contradicciones, exabruptos, contramarchas, continuidad de políticas fracasadas y comportamientos típicos de esa ''casta'' que tanto se criticó en campaña pre-electoral; viajes fastuosos e inútiles que sólo esconden mal disimuladamente fines turísticos con dinero ajeno bajo la fachada de ‘’temas de estado’’ o ‘’estratégicos’’, desdibujan todos estos factores y otros más de la esperanza de algo parecido a un gobierno liberal, lo que con el transcurso de los días y la profundización de esas negatividades, se torna cada vez más utópico.

Y algo que obvian la mayoría (sino todos los economistas de renombre) es el marco constitucional - jurídico del país de claro signo intervencionista-populista que incluso al mejor intencionado de los gobernantes les restringe el margen de maniobra necesario como para realizar transformaciones profundas y menos aún de mercado, es otro elemento negativo.

Por caso, podemos citar la miríada de fallos judiciales contra los intentos de desregular el mercado laboral. Sector clave en cualquier reforma promercado.

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