Por Gabriel Boragina ©
En un reportaje reciente en el diario ‘’La Nación’’, el titular del poder ejecutivo argentino declaró ''Soy el que destruye el Estado desde adentro''.
Por lo que será interesante contestar la pregunta ¿qué es el ‘‘estado’’? para poder calibrar cual es la labor destructiva que el gobierno está llevando a cabo según esas palabras, y poder medir el éxito en esa labor. Pero, por sobre todo, la deseabilidad o indeseabilidad de la tarea.
Según el Dr. Sabaté Lichtschein "El Estado es un sujeto de derecho compuesto por tres elementos esenciales (población, territorio, gobierno)"[1]
Este notable jurista no hace más que brindarnos una síntesis de lo que son las definiciones de otros no menos importantes juristas y expertos del Derecho Político y Constitucional.
Asi, otros criterios son coincidentes, si bien con distinta terminología, como por ejemplo: ''según Adolfo Posada, el Estado "es una organización social constituida en un territorio propio, con fuerza para mantenerse en él e imponer dentro de él un poder supremo de ordenación y de imperio, poder ejercido por aquel elemento social que en cada momento asume la mayor fuerza política", y que para Capitant es "'grupo de individuos establecidos sobre un territorio determinado y sujetos a la autoridad de un mismo gobierno"[2]
Y así por el estilo, el resto de las definiciones encontradas se enmarcan casi todas en la línea trazada.
De esta forma, llegamos a la síntesis magnifica del profesor Dr. Sabaté Lichtschein "El Estado es un sujeto de derecho compuesto por tres elementos esenciales (población, territorio, gobierno)"
Ahora que sabemos lo que el ‘‘estado’’ es, nos surgen algunas dudas: ¿cuál es el mérito o la necesidad imperiosa del personaje en cuestión en destruirlo? Y otras más profundas aun ¿es posible llevar a cabo y completar esa destrucción? Quizás habría que invertir el orden de las preguntas, pero no es muy gravitante.
La definición de estado/nación nos muestra que de sus tres elementos uno es estático (territorio) y los dos restantes son dinámicos (población y gobierno).
A primera vista, parece bastante difícil la aniquilación de los tres elementos al mismo tiempo.
Si, la historia ha demostrado que ha habido gobiernos que destruyeron a sus poblaciones y viceversa. Pero, en general, tales resultados han sido transitorios, y allí donde volaba una población, aparecía otra en su lugar y viceversa, donde se acababa con un gobierno era reemplazado por otro. Sin embargo, ese elemento estático (territorio) permanecía, aun cuando también hubo casos donde las poblaciones existentes sobre territorios hubieran sido desaparecidas.
Pero en lo particular me sobresalta de inmediato cuando un gobernante dice que va a echar abajo el ‘‘estado’’ porque dicho desde un funcionario del gobierno (del nivel que sea) eso no puede más que implicar que, en realidad, se está refiriendo al primer nivel del ‘‘estado’’ es decir a la población.
Y en ese sentido parece que va encaminado el gobernante argentino, no a no dejar piedra sobre piedra de todo el ‘‘estado’’ sino a su elemento primario: la ciudadanía o población. Porque, de otra forma, no podría concebirse que incluya la propia devastación de su gobierno, ya que sería contradictorio con el hecho de estar gobernando.
Si la intención fuera la de aniquilar el tercer elemento (gobierno) no tendría sentido alguno formar parte del mismo, y menos todavía ser su jefe. No bastaría con renunciar sino que habría que tomar medidas adicionales para completar esa deseada pérdida, como impedir que cualquier otro accediera a ese gobierno, obteniendo posiciones de poder dentro del mismo, porque, de otra forma ¿cómo podría asegurarse que esa desolación gubernamental fuera definitiva?.
En la experiencia argentina, para ser sinceros y ya teniendo un tiempo ponderable en el poder, no se ve al gobierno empeñado en la devastación de sí mismo, pero si se lo observa haciendo grandes esfuerzos por hundir a la población, que no es su población sino la población del estado/nación. Esto es relevante, porque la población no pertenece al gobierno sino al estado/nación. Máxime en un régimen republicano es el gobierno quien se somete a la población y no viceversa, algo que si bien no está del todo claro en las definiciones que examinamos más arriba, si lo están en las de república y democracia.
Pero por otra parte suponiendo que el gobierno pudiera derruir al ‘‘estado’’ incluyéndose a sí mismo (lo que así debería ocurrir, porque no se habla de derribar elementos de ese ‘‘estado’’ sino del ‘‘estado’’ en forma completa) ¿de qué manera el jerarca exterminador podría asegurarse de que no surgiera otro ‘‘estado’’ en su lugar? Lo que, por lo demás, es lo que ha sucedido en la historia, donde los gobiernos destruyeron poblaciones y viceversa. Siempre aparecieron otros gobiernos u otras poblaciones en su lugar. La idea de destruir el ‘‘estado’’ desde adentro o desde afuera semeja bastante la lucha de Don Quijote contra los molinos de viento.
Y volvemos al punto ¿para qué? ¿es deseable?. Es cierto que con bastante impropiedad jurídica no son pocos los autores que cuando hablan del ‘‘estado’’ en realidad lo están haciendo como sinónimo del tercer elemento del mismo, es decir, el gobierno. Suponiendo que fueran lo mismo (que no lo son) ¿es deseable la eliminación del gobierno?. Aun cuando algún libertario pudiera decir que si y aun cuando tuviera motivos para esa respuesta, la realidad histórica y evolutiva me demuestra (al menos a mí) que no vamos en la dirección de un autogobierno sino de su contrario. En Argentina con mayor grado aun.
Hay una razón psicológica que no tarda en volverse sociológica: es más simple y más cómodo depender del vecino que de uno mismo, y más simple y cómodo que la tarea pesada la haga ese vecino y no uno mismo. Esta filosofía argentina es la que sirve de base y asegura la existencia de un gobierno como institución, su permanencia, y acrecentamiento, lejos de su reducción y mucho menos ni imaginar en su desaparición. Y menos aún pensar todavía que su desaparición empezaría por dentro de ese mismo gobierno lo que no se advierte, ni es lo que sucede en Argentina.
Y queda otro punto de no menor relevancia a analizar. Ese tercer el elemento del ‘‘estado’’, es decir el gobierno, está compuesto -a su turno- por otros tres órganos que lo integran. Nos referimos a los llamados ''poderes'' ejecutivo, legislativo y judicial. Una hipotética eliminación del estos conllevaría, como dijimos, la del gobierno (si quiere ser coherente). Y esta arrastraría la supresión definitiva de los órganos ejecutivo, judicial y legislativo.
Si esa demolición es la que el mencionado funcionario de alto rango es la que pretende llevar a cabo, yo, en lo personal, estoy completamente en contra. Pero ¿lo desea la sociedad? Lo dudo. Y también dudo que el mismo autor de la declaración la crea. Y si la cree, la sociedad debería empezar a inquietarse.
[1] Voz IDENTIDAD (En el Derecho internacional Público.) Enciclopedia Jurídica OMEBA -TOMO 14, letra I, Grupo 01-Por el Dr. Domingo Sabaté Lichtschein.
[2] Ossorio Manuel. Diccionario de Ciencias Jurídicas Políticas y Sociales. -Editorial HELIASTA-1008 páginas-Edición Número 30-ISBN 9789508850553 pág. 382
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