Por Gabriel Boragina ©
En una publicación extranjera supuestamente ''liberal'', leí que el
gobierno argentino esta ''luchando contra la inflación''.
Me llamó mucho la atención el título, habida cuenta de que hay consenso dentro del liberalismo que la inflación consiste en un fenómeno puramente monetario, que encuentra su origen precisamente en el seno del mismo gobierno, ya sea emitiendo moneda o permitiendo que otros lo hagan (a la primera se le llama producción primaria de dinero, y a la segunda, producción secundaria) sin contar, en ambos casos, con un respaldo equivalente, ya sea en bienes o servicios. Algunos autores la designan exógena al mercado para diferenciarla de la endógena que, por definición, sería aquella que no se encuentra regulada, ni autorizada por el gobierno.
Siendo que, en el caso argentino, nunca existió ninguna emisión monetaria por causas endógenas al mercado sino que siempre lo fue por las exógenas, de todo ello deriva que lo único que necesita el gobierno para acabar con el flagelo de la inflación es simplemente dejar de emitir dinero y eliminar la obligación de los bancos de mantener encajes, es decir, operar dentro de un sistema de reserva fraccional que no fuera fruto de un pacto expreso de los bancos con cada uno de sus depositantes.
Siendo el anterior un postulado esencial para la existencia de cualquier economía que se llame de mercado. no puede entenderse, entonces, cual sería esa ''lucha'' que se dice estar sosteniendo o que debe librar el gobierno argentino para suprimir la inflación, dado que -como se ha explicado- no depende más que de una decisión puramente política o, como decía el afamado Leonard Reed, se trata nada más que de ''apretar un botón'‘ o en el caso de la inflación, mejor dicho, desapretarlo para que las imprentas del banco central dejen de emitir dinero y. por el lado bancario, derogar la obligación de conservar encajes mínimos forzosos dejándolos a la libre voluntad de las partes contratantes, es decir, los propios bancos y sus clientes.
Si el gobierno argentino desconoce todo esto, mal puede autodenominarse ''liberal/libertario'' como lo hace sin parar.
Los que hacen de ''la lucha contra la inflación'' su bandera son precisamente los gobiernos antiliberales, que encuentran orígenes muy distintos a los señalados anteriormente, y opinan que la causa de la inflación no es monetaria sino extra monetaria, atribuyendo a las especulaciones que hacen los particulares, empresarios y comerciantes, confabulados o por separado, de quienes se dice que ''manipulan'' los precios en una constante puja por subirlos y, de esa suerte, provocan el fenómeno inflacionario.
Este discurso, aunque falso desde la óptica de la Escuela Austríaca de Economía, al menos tiene su coherencia interna, en el sentido de que, si eventualmente fuera cierto, cabría entonces pues sí, darles batalla a esos imaginarios seres ''malvados'' tachados de especuladores.
Pero no deja de ser extraño (y muy sospechoso) que un autoproclamado gobierno ''liberal/tario'' sustente el mismo pseudoargumento que, desde siempre, defendió a capa y espada la izquierda y derecha socialista para explicar las causas y orígenes de la inflación.
Y no menos curioso es que, siguiendo ese mismo ''razonamiento'' falaz, también tengan que coincidir con los socialistas sobre los ''remedios adecuados'' para armarse en esa lucha contra el imaginario dragón inflacionario.
Las recientes declaraciones del ministro de economía, Caputo, agregan más confusión sobre la ya existente en cuanto al plan económico del gobierno. En menos de una semana pasó de defender la expansión de la base monetaria (incluso señalando que era un objetivo del gobierno) para, como decimos, una semana después, condenarla enfáticamente.
Si bien algunos autores hablan de la base monetaria como si fuera un sinónimo de la oferta monetaria, lo cierto es que, es sobre la base monetaria que se calcula la oferta. Por ejemplo, el profesor Sabino en su Diccionario la define así:
base monetaria. Término empleado para designar a los activos sobre los cuales, a través del multiplicador monetario, se determina la oferta monetaria total. Ellos corresponden a las reservas internacionales netas, los activos internos y el financiamiento que dan los bancos centrales al gobierno; a ellos hay que restarles los pasivos no monetarios y el capital pagado y reservas del banco central. (V. MULTIPLICADOR; OFERTA MONETARIA)[1].
De acuerdo a esta definición, lo relevante no es la base sino la oferta, lo que revela el grado de confusión del gobierno, y lo poco claro en cuanto al objetivo que, en todo caso, dista de cualquier proyecto ''liberal/tario''.
La base monetaria sólo adquiere importancia cuando se amplía su concepto y se lo extiende a toda la gama de bienes y servicios existentes en una economía determinada. Entendida de esta manera, una economía es sana cuando la oferta monetaria nunca excede dicha base. Lo que no es el caso de la Argentina.
Pero usualmente, y tal como parecen las declaraciones del ministro Caputo, por base monetaria sólo se entienden las reservas que el banco central tiene en su poder o, como mucho, en su activo. Este concepto estrecho y limitado de la base, además de errado, es peligroso, porque estimula a los directores burócratas de la economía a ampliar la oferta generando inflación. Es decir, lo contrario a lo que declaman demagógicamente.
En definitiva, no se ve que requiera ''lucha'' alguna, más que la decisión política de reducir la oferta monetaria a cero, con independencia de cuál sea la base monetaria, para terminar con la inflación. Si no se lo hace así (y no se lo hace) es que no se tiene idea del tema o bien, teniéndola, se quiere ejecutar la típica política económica que se viene llevando a cabo en la Argentina durante decenios. O sea, combatir la inflación en sus efectos y no en sus causas.
Y como liberales esto nos preocupa. Y más aún cuando publicaciones supuestamente ''liberales'' como la mencionada al principio, se hacen eco de expresiones antiliberales como las de la ''lucha contra la inflación'' que supone desconocer el origen real del flagelo.
No es el único error que comete el gobierno, ya que tampoco demuestra tener en claro la diferencia entre el índice de precios y la emisión monetaria, creyendo erradamente que ambos son sinónimos, o que expresan valores análogos.
En resumen, la cuestión se enmarca dentro del caos que deja traslucir el elenco gobernante, fruto de su heterogénea composición, de ideologías contradictorias, donde predominan figuras de conocida militancia populista fuera de las filas del liberalismo político y completamente alejadas del académico (inclusive del de izquierda).
[1] Carlos SABINO; Diccionario de Economía y Finanzas. Contiene léxico inglés-español y traducción de los términos al inglés. Consultores: Emeterio Gómez; Fernando Salas Falcón; Ramón V. Melinkoff. CEDICE. Editorial Panapo. Caracas. Venezuela.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario