Por Gabriel Boragina ©
Mas allá del discurso supuestamente ‘’liberal’’, Argentina no despega en esa dirección sino que permanece estancada en el populismo que desde el primer peronismo signa los destinos de la nación sumida en contradicciones, no sólo políticas sino económicas y que la hacen permanecer estancada en un punto de partida que nunca llega.
El intervencionismo económico es la realidad en medio de esas proclamas liberales que suenan muy bellas y atractivas, pero que desmienten familias enteras que duermen en las calles, revuelven la basura en busca de alimentos y los consumen aun en mal estado, y los pocos que trabajan ni siquiera pueden viajar hasta sus lugares de trabajo por las suman exorbitantes que deben pagar para poder transportarse duramente y en condiciones infrahumanas hasta los mismos. Triste realidad de una ilusión que no fue.
Tomando este último aspecto (transporte) una reciente nota periodística reseña el drama de los humildes trabajadores que debiendo viajar desde largas distancias para llegar a sus lugares de trabajo tienen que hacerlo hacinados en abarrotados vagones, forzados a trasladarse de manera cuasi clandestina por no poder pagar el boleto mínimo. El cronista a cargo de la nota recordaba que el pasaje de tren en diciembre último costaba $ 33 y que en lo que va de la gestión del presente gobierno, el boleto ya había experimentado una suba equivalente al 741 % de ese valor originario, en tanto el gobierno insiste que la inflación tan sólo sería del algo poco más del 4%. Aquí tenemos la nota periodística para que el lector lo corrobore: https://x.com/GBoragina/status/1836874523515212117
Sin embargo, no sólo el trasporte sufre frecuentes incrementos siderales. Lo mismo ocurre con el resto de los servicios públicos como, por ejemplo, energía eléctrica y gas, lo que obliga (ante la falta de ingresos equivalentes como para poder enfrentarlos) a drásticas reducciones de consumo por parte de las familias.
Pero ese sólo es uno de los tantos dramas que soportan al día de la fecha los argentinos.
Las familias de ingresos medios luchan denodadamente por conservar sus empleos y hacer verdaderos malabares financieros para poder llegar a fin de mes con sus magros ingresos. Mientras tanto, la burocracia estatal continúa creciendo a paso acelerado, a pesar de vacíos anuncios oficiales de ''recortes'' y reducciones que no se visualizan más que en los papeles pero no en las plantas de empleados públicos que gozan de prebendas y privilegios extraños a un sistema liberal, hijos directos del intervencionismo populista que apadrinó la cultura político-social del país y que mantiene incólume.
No es creíble tampoco la anunciada baja del gasto público en 90.000 millones de dólares (ver https://x.com/RCachanosky/status/1835694171014729967) no sólo por lo que en el cuadro allí publicado se muestra sino porque un ABC de la Economía Austriaca nos enseña que todo centavo que el gobierno gasta es un centavo menos que el ciudadano tiene en su bolsillo, de manera tal que si el gasto se hubiera reducido en esa cantidad hubiera equivalido a una consiguiente y proporcional suba de ingresos en el sector privado de la economía , lo que -a su turno- se habría visto reflejado en aumentos importantes de inversiones y salarios reales, lo que de ninguna manera ha sucedido.
No se ve más gente trabajando sino más durmiendo en la vía pública, mendigando en paradas de semáforos y equivalentes. Es difícil, en la zona céntrica, caminar siquiera un par de cuadras por la calle sin que al menos una persona se acerque a pedir unas monedas para comer. Un espectáculo harto frecuente que no se veía años atrás. Al menos no en la proporción similar que la actual.
Tampoco es posible salir a la calle y ver más comercios abiertos, sino locales cerrados o vacíos, persianas bajas, día tras día. Y los restaurantes y bares que aún permanecen abiertos, lo hacen con mesas vacías o semivacías.
A esto se le suma la crisis habitacional, que sigue la misma línea que lo mencionado. La supuesta ''liberación'' de alquileres publicitada opera, en la realidad, asimétricamente para las partes contratantes, esto es, oferentes y demandantes. Sucede que los costos por mantener un inmueble no permiten a los primeros ofrecer sus propiedades en alquiler a un precio de mercado y, por el lado de los que quieren o necesitan alquilar, sus ingresos no son suficientes (sumados al resto de sus otros costos) para poder afrontar un alquiler mensual, aun así estos fueran a un precio de mercado que, en la realidad, no existe.
Se podría seguir con otros rubros, como empresas de medicina prepaga, comunicaciones, telefonía, internet, etc. Servicios todos esenciales, hoy en día, en cualquier economía familiar. Ninguna de ellas anuncia descensos de tarifas sino aumentos mensuales, superiores aun a los muy dudosos índices oficiales de inflación.
Todo esto no son síntomas de una economía liberal sino de su exacto contrario: una economía estatista y empobrecedora, tal como ha venido sucediendo en la Argentina durante las últimas décadas de populismo de uno u otro signo.
Sobre el pseudoargumento por el cual ‘’el gobierno necesita tiempo’’ para corregir estas cosas es falso y ya nos hemos ocupado de refutar esa falacia (ver http://www.accionhumana.com/search?q=largo+plazo). Máxime cuando se tratan de políticas erradas que, justamente, se dijo en campaña (por el hoy gobierno) que se iban a combatir y erradicar, y no mantener como se lo hace y, peor aún, reforzándolas.
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