Accion Humana

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Revista Digital

Balance de situación


Por Gabriel Boragina ©

 

A todo el que se le haya dado mucho, mucho se demandará de él;

y al que mucho le han confiado, más le exigirán.

(Evangelio según San Lucas, 12:48)

 

De un importante medio muy preciado me piden que escriba una nota a modo de balance de la gestión de gobierno en lo que va del año, quizás comparándolo con el gobierno anterior o no, cómo hubiera sido a mi entender lo que debería haber hecho y como debería hacerlo en adelante.

En realidad, he venido escribiendo durante todo el año sobre ese tópico, pero tratando de cumplir con el pedido voy a recapitular algunos de los artículos donde he abordado justamente este mismo tema.

En primer lugar, hay una cuestión (para mi conceptual) en la que siempre insistí. Yo no creo en los gobiernos de una sola persona y, en ese sentido, voy contra la corriente, ya que cuando del tema se trata siempre se habla del gobierno de fulanito o menganito cuando, en rigor, el gobierno es la comisión de un grupo o una serie de grupos que, ya sea coordinándose o contraponiéndose, llevan adelante un mandato que se da en llamar gobierno. Por ello, creo que el gobierno no implica una tarea unipersonal sino colectiva. Y este término (ya como liberal) me choca, porque lo colectivo invariablemente nos lleva al colectivismo, y de aquí al populismo, y creo que estamos entrampados en ese mismo punto.

En ese sentido, no veo diferencia con el gobierno anterior, y menos aun cuando muchos de sus ex integrantes ahora forman parte de la coalición gobernante. Se trata de una coalición curiosa, no oficialmente formalizada pero, en los hechos, funcionando como tal. El poder ejecutivo está conformado por miembros del PRO y del ''Frente de Todos'' (FdT) e inclusive del ya casi olvidado ''Frente para la Victoria'' (FpV). Por eso, estoy casi seguro que hablar de un gobierno ''libertario'' no es más que una simple fantochada, una máscara, humorada, o un discurso que los argentinos se han tragado como otros tantos sapos se engulló en el pasado.

¿Qué debería haber hecho? Casi lo contrario a lo que vino haciendo hasta aquí. Empezando por componer sus equipos con verdaderos liberales de los cuales es difícil encontrar alguno a esta altura de la gestión. Pero se empezó al revés, se continúa así, y no se avizora la incorporación de liberales.

Salvo en el discurso, en los hechos no ha habido cambios genuinamente liberales, ni en lo económico, ni en lo político, ni en las demás áreas de la sociedad. Argentina sigue siendo una economía oligo-monopólica, es decir, proteccionista y cerrada. La excusa a mano de la ''pesada herencia'' (tan repetida por todos los partidos, para mi súper gastada) sólo sigue creída por el resto de los argentinos. Ya la ensayó Mauricio Macri, y el resultado de echarle la culpa de todo al ''que estuvo antes'' tuvo como consecuencia final el regreso del peronismo K de la mano del dúo Fernández.

La cita con la que empecé esta nota, es una máxima de Jesucristo que he tratado de llevar a cabo absolutamente con todos. Y los gobiernos no han sido excepción. Un refrán similar dice ''A mayor jerarquía mayor responsabilidad''. Sin embargo, a nivel político, los argentinos suelen obrar a la inversa: cuanto mayor es el poder dado al gobierno, más se le suele dar y menos se le exige. Eso mismo pasa con este gobierno del que se me pide que hable.

He sido partidario en materia política de votar el mal menor. La triste experiencia argentina cuyos gobiernos han ido paulatinamente perdiendo su calidad institucional sino también personal, me fue desilusionando en cuanto a mi expectativa de una mejora de la calidad institucional a través del voto. Ergo, cambié mi punto de vista, y llegué a la conclusión de que (en el ínterin) debía votar al menos malo.

Pero para elegir lo menos malo tiene que haber una diferencia entre la oferta que permita distinguir lo menos de lo más. Si, por ejemplo, me dan a elegir entre la Pepsi o la Coca Cola, en esa opción, hay lugar para decir ''me gusta más la primera que la segunda'' o viceversa. Es válido entonces elegir ''la que más gusta''. Pero si la elección es votar entre el cianuro o el ácido arsénico, allí no hay opción posible. Sabemos que ambos son distintos, pero los efectos de los dos son idénticamente letales. La elección de noviembre pasado (de donde surgió el gobierno de LLA) era de este último tipo. No había opción, ni alternativa posible. Ambas eran letales. Y los hechos actuales parecen estar confirmando mi tesis. En una situación semejante, la conciencia en paz se logra cuando no se es partícipe en escoger por disyuntivas del tipo ''la horca o la silla eléctrica''. Pero bueno, al margen, esta es una opinión muy personal.

Si tengo que compararlo con el gobierno anterior, yo solamente veo una continuidad de aquel. Y más preocupante, porque el FdT tenía una composición homogénea en cuanto a peronistas K. Hoy es peor, porque están en coalición, aparentando ser ''oposición''.

Pero no se puede pretender jugar a la ‘’oposición’’ cuando se forma parte de aquello a lo que uno se supone que se debe oponer. Lo mismo decir del PRO, principal aliado del oficialismo, pero que sin embargo también juega a ser ‘’oposición’’. La presencia de Caputo y Sturzzeneger (antes denostados ferozmente como supuesta ''casta’’) no es la única (debe sumarse a P. Bullrich, su ex candidato a vicepresidente, y otros cuadros de primera línea del PRO). Por ello cabe hablar de una continuidad política y también económica de las gestiones precedentes. Solo hubo un recambio de figuritas.

Del PRO también se ha tomado su política económica, en especial, su gradualismo, que fuera lapidariamente atacado por el actual oficialismo cuando era oposición del PRO en el poder con Cambiemos. 

En esto, es importante aclarar que ningún poder político puede torcer el rumbo de la economía por medios políticos. Cuando los gobiernos manipulan la economía, los efectos siempre son malos. Lo que los diferencia es el grado de destrozos que puedan hacer. Nada más. No escapan los llamados gobiernos liberales a este dilema. Desde el momento en que son gobierno están atados a las leyes que rigen a todo gobierno y cualquier gobierno no puede más que repartir lo que otros producen. Y ¿con qué criterio de justicia puede hacer ese reparto? Con ninguno más que su propia discreción, lo cual es la antítesis de la justicia misma. El gobierno no puede reemplazar al mercado, y este tiene sus propias leyes que no se pueden violar impunemente por ningún gobierno.

¿Qué debería de aquí en más hacer el gobierno? Bueno, si va a seguir llamándose a sí mismo liberal o libertario tendría que comenzar a derogar leyes. Todas y cada una de ellas hasta solamente dejar en pie la única Ley que no puede ni debe derogar: la Constitución de la Nación Argentina. ¿Lo hará? Lo dudo. Entonces ¿qué debería hacer? Dejar de llamarse ‘’liberal’’, sincerarse y decir pública y ampliamente que no puede hacer ni más ni menos que lo mismo que ‘’la casta’’ puede y pudo hacer. Dejar de engañar a la gente con el falso rótulo de ‘’liberal’’ si ni siquiera puede cumplir con él.

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