Por Gabriel Boragina ©
Mi discusión con los ''gradualistas liberales'' que disculpan todas las
torpezas que viene cometiendo el gobierno argentino auto titulado
''libertario'' encuentra su apoyo, nada menos y nada más, que en el premio
Nobel de Economía, Friedrich A. von Hayek.
Si bien el profesor Hayek habla, en las citas que voy a reproducir, de la competencia de monedas, obsérvese con cuidado que su mensaje alcanza e incluye el cómo debe operarse la transición de un sistema estatista a otro liberal. Dice asi :
‘’Introducir las nuevas monedas de golpe, no gradualmente. El otro importante requisito de la acción gubernamental, si la transición al nuevo orden ha de realizarse con éxito, es que todas las libertades necesarias se conceden de golpe, sin tantear ni adoptar tímidas medidas para introducir el nuevo orden gradualmente, no reservándose tampoco poderes de control “por si algo va mal”.
Hayek no exagera cuando hace depender todas las libertades necesarias de la libertad monetaria, y no duda (con razón) de recomendar su adopción de inmediato, sin gradualismo. Continúa:
Las posibilidades de libre competencia entre una multiplicidad de instituciones emisoras y la completa libertad de movimientos de las monedas y los capitales a través de las fronteras serán igualmente necesarias para el éxito del proceso.
Nuevamente, el sabio consejo resulta extensivo a todas las libertades, es decir, instantánea eliminación de toda restricción gubernamental en cualquier campo de la actividad humana, lo que contrasta severamente con el mantenimiento de las regulaciones que sostiene el gobierno argentino so pretexto de imposibilidad de actuar de inmediato. Si se sabía que no se podía actuar de manera veloz ¿por qué se alegó un discurso liberal, que excluye cualquier gradualismo en su implementación? Es más, nos podemos volver a preguntar : ¿Para qué presentarse a elecciones si se sabía de antemano (o debería haberse sabido) que no se podía actuar con la urgencia que amerita la situación?.
Es que en este punto fue el, a su vez, profesor de Hayek, el profesor Ludwig von Mises el que hizo notar que una vez arribados al gobierno, todos, absolutamente todos, los partidos invocan en su favor el gradualismo que dicen necesitar para poder llevar a cabo sus promesas de campaña. Y, como sabemos, nunca llegan a cumplir.
Sigue el Profesor Hayek :
Una táctica dubitativa consistente en un relajamiento gradual del monopolio de emisión sería, con toda seguridad, un fracaso.
¡Como si nos estuviera viendo!. Nosotros estamos en estos momentos presenciando ese fracaso que increíblemente es defendido como un éxito por quienes a sí mismos se consideran ''liberales''. Prosigue Hayek:
La gente sólo aprendería a confiar en el nuevo dinero si tuviera la certeza de que estaba por completo exento de control gubernamental. Solamente bajo el estricto control de la competencia podría confiarse en que los bancos privados mantendrían su dinero estable.
Es decir, que un control parcial haría fracasar rotundamente el proyecto. Y es lo que está sucediendo en la Argentina. Una vez más, el premio Nobel parece que estuviera analizando el caso argentino mientras escribía su libro decenios atrás.
La única forma de que el proceso de selección conduzca a que prevalezca un buen dinero es que la gente pueda escoger libremente la moneda que quiere utilizar para sus distintos propósitos. [1]
Como cualquier liberal sabe (o debería saber) esto excluye controles, como cepos, de tipos de cambios, de monedas oficiales o reconocidas por el gobierno, de cursos forzosos o cursos legales, etc. Mantener algunas de estas restricciones sólo conduce al fracaso, no a un ''éxito gradual'' como arguyen los gradualistas ''liberales''. Continúa Hayek:
Sólo una gran actividad en la bolsa monetaria proporcionaría a los bancos las indicaciones necesarias para que pudieran tomar las medidas oportunas a tiempo.
Es decir, una banca completamente libre a nivel nacional e internacional. No que todas las naciones la adopten sino que el país que aspira a ser libre abra sus fronteras a toda actividad bancaria, y por extensión, mercantil. Lo que en Argentina no existe, y ni siquiera se muestran señales de que se encamine hacia esa meta.
La seguridad de que las instituciones locales no se confabularían para realizar una mala administración de la moneda local tan sólo se daría si las fronteras estuvieran abiertas a los movimientos de monedas y capital. [2]
Lo que en Argentina es una utopía. Pero dicen que tiene un gobierno ''liberal''. En fin.
Y, por último, los precios medios estables significarían que el proceso de adaptación de la oferta a la demanda funciona sólo si hay mercados libres de bienes [3]
Desde luego no hay ningún mercado monetario libre, y tampoco de bienes en Argentina (en el caso de que se supusiera que la moneda no fuera un bien más).
El profesor Hayek desbarata, de esta manera, el principal argumento de los gradualistas, tanto como de los que suponen que hay caminos secretos, ocultos o misteriosos, incomprensibles para el resto de los humanos (incluidos los liberales) que conducen a la libertad, y que esas vías sólo pueden ser reveladas por una mente sobrenatural que únicamente puede estar en posesión de quien ejerce la máxima autoridad de la nación, lo que da por resultado el bochornoso y vergonzoso espectáculo de ''liberales'' rindiéndole servil culto a un supuesto ''líder'' que califican de ''carismático'' y al que se someten con ejemplar y ovina reverencia y humillante devoción.
Al fin de cuentas, este gobierno, como todos los anteriores no liberales o antiliberales, culpa de todos sus males al ''pesado legado'' de sus predecesores, con lo cual no sólo demuestra su falta absoluta de originalidad a la hora de excusar sus ignorancias y torpezas a granel sino, además, su más completa incomprensión de la doctrina liberal que, ningún liberal podría discutir, está sabia y profundamente plasmada por el profesor Friedrich A. von Hayek.
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