Accion Humana

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Revista Digital

Posible causa de la crisis

 


Por Gabriel Boragina ©

 

Cuando los constituyentes argentinos diseñaron la Constitución de la Nación, allá por el siglo XIX, no se les ocurrió pensar que el manejo de la economía debía estar a cargo del poder ejecutivo. Tal vez por haberlo estado siempre en manos del monarca quisieron evitar la concentración del poder (entre ellos el económico) en la órbita del órgano ejecutivo.

De paso nos dejaron una poderosa enseñanza sobre lo importante y delicado que consideraron lo económico como para abandonarlo a la sola discreción del poder ejecutivo con los peligros que ello conllevaba, lo que discernieron sabiamente.

Por eso, tanto en su conformación original como aun en la desafortunada reforma de 1994, tuvieron el muy buen tino de dejar en la facultad del poder legislativo el control y manejo de la economía. Esto implicaba (en su mentalidad) que serían los representantes del pueblo los que llevarían a cabo esta tarea.

A pesar de ello, como no estaba dentro de las costumbres de ese pueblo tener una constitución republicana en donde los asuntos económicos fueran decididos por el Congreso, se siguió conservando el hábito de que el poder ejecutivo se encargara de ese control, el que no rehuyó y que fue ejercido hasta el hartazgo por el mismo y asi sigue siendo la cosa hasta hoy en día.

Tenemos pues que, la letra del texto constitucional pone entre las atribuciones del Congreso todo lo atinente al presupuesto nacional, creación y derogación de impuestos, tarifas, monopolio monetario, etc. pero en los hechos, con o sin constitución, estos temas siempre estuvieron inconstitucionalmente a cargo del mandón de turno en el sillón de Rivadavia.

A muy pocos (salvo escasos y notables constitucionalistas) se les ocurrió señalar lo anormal de la situación. En este sentido, podemos reparar que prácticamente todos los gobiernos que pasaron y existen, hayan sido civiles o militares han sido inconstitucionales desde este punto de vista. Sin embargo la inconstitucionalidad que, como apreciamos, fue y sigue siendo la regla, el folclore popular solamente la ha reservado para etiquetar exclusivamente a los gobiernos militares.

En Argentina, lo inconstitucional sólo es lo militar, y la democracia sólo consiste en votar. A partir de estas dos premisas básicas se agota todo el conocimiento popular en materia política y cultura cívica.

Lo cierto es que habría que comenzar a pensar en estas creencias y tradiciones populares como una de las posibles causas de las crisis recurrentes, no sólo económicas sino morales que viene padeciendo la Argentina desde hace muchas décadas y que el paso del tiempo sólo vez profundizarse.

Estas prácticas anticonstitucionales no son de un gobierno especifico, forman parte de la cultura de todo un pueblo, que muy pocas veces (yo no recuerdo ninguna en rigor) ha sabido vivir dentro de la ley, el orden y el respeto. Y ello desde lo cotidiano hasta el máximo nivel de autoridad.

El hecho de que el control y manejo de la economía haya estado desde siempre a cargo del poder ejecutivo y no del legislativo (como en contrario lo manda la constitución) ha servido, entre otras muchas desgracias por las que atravesó el país, para demostrar la total incompetencia de los distintas presidentes en materia económica. lo que incluye, claro está, a los respectivos ministros de economía que se han venido sucediendo hasta hoy y todos sus equipos, incluido el actual.

Quizás debería repensarse sobre la conveniencia de respetar la división de poderes y devolver (irónicamente dicho) esa competencia económicas al poder legislativo como ordena la Constitución de la Nación Argentina.

Tal vez la clave del éxito económico que necesita y procura la Argentina debe buscarse y encontrarse en ese lugar. ¿Y si probamos respetando la Constitución aunque fuera una sola vez?.

El problema es cuando todo un pueblo cree que se la respeta sólo porque se le permite votar cada tanto. El problema es cuando todo un pueblo cree que en ese sólo acto (que se lleva a cabo religiosamente cada cuatro o dos años) ¡con eso sólo ya está cumplida toda la Constitución!. Craso error y terrible falencia. Pero veo, es difícil convencer a todo un pueblo de esto.

Una esperanza frustrada que tenía antes, era la de que un eventual gobierno liberal pusiera las cosas en su lugar, y respetara la Constitución de la Nación y su división de poderes, y terminara con el vicio del manejo de la economía por parte de poder ejecutivo poseído por un supuesto iluminado . Pero me encuentro que llegado al poder un partido que se llama a si mismo ''libertario'' y que se ''llena la boca'' impunemente hablando de liberalismo (demostrando además no saber de qué se habla) y para peor en nombre de los liberales, no sólo no observa la Constitución en el punto señalado sino que refuerza ese centralismo que el liberalismo (desde que es tal) siempre criticó.

Da mucha tristeza ver a un gobierno no devolver esas funcione usurpadas de facto al Congreso, y a la vez convalidar tácitamente que, como ningún ejecutivo anterior lo ha hecho, tampoco él se sienta obligado a hacerlo. Si es liberal de veras, debería dar el ejemplo. Pero los únicos ejemplos que da es de todo lo contrario al liberalismo, desplegando el más rudo y crudo centralismo y dirigismo en absolutamente todas sus decisiones.

2 comentarios:

maxxma dijo...

Mientras la sociedad argentina tolere mansamente trucos baratos por parte del poder ejecutivo no habrá salida a la crisis eterna que amenaza retirarse y regresa una y otra vez. Como bien dice el autor, el problema de fondo no es la economía sino los tejes y manejes de los sujetos que detentan transitoriamente el poder, la más de las veces para beneficiarse o beneficiar a sus amigos.
El gobierno envió exprofeso al Congreso un proyecto de presupuesto para 2025 para que no sea aprobado y poder manejar a su antojo las cuentas públicas. Esto no generó reacción alguna en los encargados del control económico financiero, aceptaron mansamente que se ponga en manos discrecionales del poder ejecutivo la masa de recursos generados por los contribuyentes, una suerte de reminiscencia de la monarquía que aún vive en el ADN de muchos argentinos.
Los buitres financieros se friegan las manos. Los inversores en actividades productivas miran con desconfianza el panorama de un país en el que una sola persona dispone como, cuanto y en qué se va a gastar para mantener en marcha la economía. Así, la calesita sigue girando en el mismo sitio creando la ilusión de que se mueve hasta que se acaba el tiempo y todo vuelve a empezar.

Gabriel S. Boragina dijo...

Completamente de acuerdo!

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