Accion Humana

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Revista Digital

El autoritarismo avanza

 


Por Gabriel Boragina ©

 

Desilusión y preocupación podrían definir los estados de ánimo que la política actual me producen. El estilo autoritario del gobierno no hace más que agudizarse. Ahora se suma una ''guerra'' a los medios periodísticos que no adhieren al régimen, y que expresan posturas propias críticas al poder.

''No hay nada nuevo bajo el sol'' en este sentido. Con la sola excepción del gobierno de Mauricio Macri, pocas veces presidente alguno se abstuvo de tratar de silenciar a los medios de comunicación que no le eran adictos.

Es una pena que un gobierno que lleva por rótulo LLA (''La libertad avanza'') en los hechos este demostrando que debería llamarse EAA (El Autoritarismo Avanza).

Si bien nunca creí en la realización de las promesas del jefe del partido gobernante mientras estaba en campaña electoral (no porque no apoyara las medidas y reformas propuestas, las que siempre enseñé en el aula y escribí en mis libros y artículos de opinión) sino porque pensaba (y sigo pensando) que ni él era la persona indicada para llevarlas adelante y que tampoco el estado social y cultural del país estaba preparado psicológicamente para aceptarlas, no imaginé que, en su lugar, más que un camino hacia la libertad se estaría pavimentando otro hacia el autoritarismo más rancio, pero esta vez con un signo ideológico distinto.

Es que, sea de derecha o de izquierda, el autoritarismo es siempre eso: autoritarismo, lo contrario al liberalismo. Ningún discurso puede cambiar tal realidad. Lo que choca es que se practique el autoritarismo diciendo que es liberalismo. Esto es verdaderamente inaudito e indignante para quien tenga alguna mínima noción de qué es el liberalismo real.

Por ejemplo, dice Alberto Benegas Lynch (h) :

Por último, tienen una idea autoritaria de lo que significa la autoridad, palabra esta última que según el diccionario etimológico deriva de autor, de creador, con la consiguiente connotación de peso moral, es decir, en este contexto, la autoridad no puede escindirse de la conducta no importa la investidura ni la profesión de quien la detente. En este sentido, el autoritarismo es una degeneración de autoridad. El uso de la fuerza de carácter ofensivo siempre mina la supuesta autoridad de quien la ejerce. En este sentido, como queda dicho, es deber del ciudadano libre el renegar de “autoridades” que se conducen como sátrapas, sea cual sea la posición que ocupen en la sociedad (''La Caja, las normas y la autoridad'')[1]

Y en otra parte, agrega :

Entonces, si la vida misma y la definición del ser humano estriba en su libertad y consiguiente responsabilidad, las imposiciones y el uso de la fuerza agresiva lo cosifican y asfixian el eje central de su dignidad. No es entonces una cuestión de contar con pan y circo aunque lo uno y lo otro se vayan evaporando como resultado del autoritarismo, se trata de algo de categoría más elevada de lo cual depende lo demás. (''Los números fiscales'')[2]

Vigo, hablando de Kant, manifiesta:

Entre los extremos del escepticismo y el relativismo, que pretenderían salvaguardar las libertades individuales al precio de la renuncia a toda fundamentación objetivamente vinculante de los imperativos de la moralidad, y de un autoritarismo o totalitarismo político de carácter maximalista, que pretendiera convertir en objeto de sanción legal todo aquello que traduce en concreto un determinado ideal de perfección humana o persiguiera, al menos, la mayor absorción posible del contenido de dicho ideal en la trama del sistema jurídico, se sitúa la que, a juicio de Kant, es la única vía transitable, a saber: la de la afirmación de la irreductibilidad de la dimensión genuinamente moral, con su carácter fundante respecto de la posibilidad misma de la convivencia en la comunidad política[3]

El profesor Santos Mercado Reyes expresa :

Para Hayek la libertad de los individuos es el activo más importante de la humanidad y por lo tanto rechaza cualquier modelo de planificación centralizada pues conduce a la sociedad por el sendero del autoritarismo. [4]

En realidad, un sistema educativo socialista, necesariamente tiene que ser autoritario, pues de otra manera el Estado perdería el control y se podrían generar ideologías adversas al socialismo, podría salir gente con deseos de crear negocios, lo cual es incompatible con la visión de izquierda [5]

Y no podemos omitir al genial Popper, cuando enseña :

El hombre puede conocer; por lo tanto, puede ser libre. Tal es la fórmula que explica el vínculo entre el optimismo epistemológico y las ideas del liberalismo. Al vínculo mencionado se contrapone el vínculo opuesto. El escepticismo hacia el poder de la razón humana, hacia el poder del hombre para discernir la verdad, está casi invariablemente ligado con la desconfianza hacia el hombre. Así, el pesimismo epistemológico se vincula, históricamente, con una doctrina que proclama la depravación humana y tiende a exigir el establecimiento de tradiciones poderosas y a la consolidación de una autoridad fuerte que salve al hombre de su locura y su perversidad. (Puede encontrarse un notable esbozo de esta teoría del autoritarismo y una descripción de la carga que sobrellevan quienes poseen autoridad en la historia del Gran Inquisidor de Los Hermanos Karamazov, de Dostoievsky.) [6]

Pero la teoría de que la verdad es manifiesta no sólo engendra fanáticos —hombres poseídos por la convicción de que todos aquellos que no ven la verdad manifiesta deben de estar poseídos por el demonio—, sino que también conduce, aunque quizás menos directamente que una epistemología pesimista, al autoritarismo. Esto se debe, simplemente, a que la verdad no es manifiesta, por lo general. La verdad presuntamente manifiesta, por lo tanto, necesita de manera constante, no sólo interpretación y afirmación, sino también reinterpretación y reafirmación. Se requiere una autoridad que proclame y establezca, casi día a día, cuál va a ser la verdad manifiesta, y puede llegar a hacerlo arbitraria y cínicamente. Así muchos epistemólogos desengañados abandonarán su propio optimismo anterior y construirán una resplandeciente teoría autoritaria sobre la base de una epistemología pesimista. Creo que el más grande de los epistemólogos, Platón, ejemplifica esta ilógica evolución.[7]

Podemos seguir citando a autores en tal sentido. Pero estas citas, estimamos suficientes y no dejan dudas de lo opuesto del liberalismo con el autoritarismo, de paso que nos permiten describir como autoritario el régimen del partido gobernante autoproclamado ''liberal'' cuando es -como vimos- su auténtica antítesis.


[1] Disponible en internet.

[2] Disponible en internet.

[3] Alejandro G. Vigo. ''Kant liberal''. Pág. 17 en www.cepchile.cl

[4] Santos Mercado Reyes. El fin de la educación pública. México. Pág. 39

[5] Santos Mercado Reyes. El fin …ibidem Pág. 142

[6] Karl R. Popper. Conjeturas y refutaciones El desarrollo del conocimiento científico. Edición revisada y ampliada. Ediciones Paidós. Barcelona. Buenos Aires. México. Pág. 26

 [7] Popper. K. R. Conjeturas…ibidem pág. 30

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